Las habilidades para los educadores de hoy

Las habilidades para los educadores de hoy

Las habilidades para los educadores de hoy

MSc. María Fernanda Salazar Soto

A lo largo de los años hemos sido testigos de grandes transformaciones en los modelos educativos y qué mejor ejemplo que la experiencia reciente vivida con la pandemia por COVID-19, en donde el mundo entero se vio forzado a nuevas formas de pensar, a flexibilizar ideas y a poner en práctica competencias que ni pensábamos que teníamos.

“El cambio es lo único constante”, dijo Heráclito de Éfeso. Y, por ende, como educadores debemos estar preparados para gestionarlos de la mejor forma posible y para aportar a la formación de personas capaces de seguir abogando por sociedades más conscientes, solidarias, amigables con el ambiente, con el conocimiento y, sobre todo, con las habilidades para enfrentar un mundo globalizado.

Pero entonces, ¿cuáles son las habilidades más importantes de las personas educadoras hoy en día? La mejor forma de responder a esta pregunta es con otra interrogante: ¿Cuáles son las competencias necesarias para afrontar el siglo XXI en las personas estudiantes?

1- Habilidades en el manejo de TICs: Se busca desarrollar habilidades en el manejo de TICs, promoviendo información literaria, de medios y alfabetización en el uso de las mismas.

2- Habilidades y asignaturas curriculares para el siglo XXI: Se requieren docentes con actitud analítica, crítica, con habilidades de búsqueda, selección y análisis de la información; capaces de trabajar en colaboración e interacción social, asumiendo responsabilidad y compromiso, tomando decisiones y desarrollando actitudes y habilidades comunicativas, comprometidos con la justicia social como parte del ejercicio profesional y ciudadano.

Se enmarca así otro de los grandes desafíos que enfrentamos los profesionales en educación: la creación de comunidades y redes de apoyo. Donde exista una conexión con otros colegas, de modo tal que podamos socializar y sistematizar las experiencias exitosas en torno a los procesos de enseñanza-aprendizaje.

Revaloricemos la carrera y los esfuerzos que implementamos en los distintos sectores educativos. La ruptura de ese abordaje aislado, individualizado que ha caracterizado la dinámica educativa, es indispensable para dar paso a una comunidad integrada e interesada por formular cambios.

 El componente emocional y afectivo que conlleva nuestro rol como educadores debe ir de la mano con una entrega que está ligada con la vocación. Seamos inspiración para llevar a cabo las tareas y retos de los nuevos tiempos con profesionalismo, con esmero y una sensibilidad social que permita dar una respuesta empática y de calidad a estos planteamientos.