Prácticas docentes eficaces, las mejores estrategias para potenciar el juego en la enseñanza.
El juego es el lenguaje del aprendizaje, es una manera universal de lograr conexión con los niños. Es un sin fin de beneficios poder incorporar el juego como herramienta de aprendizaje. Desde la conexión emocional cuando un niño puede sentirse cercano con el docente, identificado de alguna manera, el juego modelado para una interpretación de roles y lograr aprendizajes de habilidades sociales, como excusa para la indagación o como estrategia de provocación para el desarrollo de algún contenido. Y es que no existe una etapa mejor que otra para usar el juego como estrategia de aprendizaje, los preescolares podrían sentirse mucho más interesados, y no necesariamente con juegos elaborados o que requieran demasiados elementos.
¿Quién no ha convertido una caja grande de algún electrodoméstico en una nave capaz de surcar los cielos y llegar al planeta Marte, sí… ese donde el calor es insoportable, justo ese juego que nace desde la creatividad de cada niño permitió la estimulación de funciones y habilidades que permitirán un desarrollo cognitivo óptimo, y cuantos niños llegan a casa contando que el barco pirata que formó con legos pudo pasar las tormentas y todas las aventuras que junto a sus amigos pudieron compartir. Esto solo lo permitió el juego libre, permitirles y proveerles experiencias de aprendizaje, más que el dictado de una clase lejana con palabras y contenidos vacíos para mentes en construcción capaces de absorber de manera eficiente cada experiencia de aprendizaje recibida.
¿Cuál escolar se resiste a un reto del juego Stop?; ese juego que levanta pasiones, y donde se puede trabajar deletreo, ortografía, memoria, manejo eficiente del tiempo, planificación, argumentación, caligrafía, habilidades sociales, como la negociación, el manejo de la frustración por que perder puntos o empatarlos es sin duda un momento de clímax del juego y sin duda una clase que quedará en la memoria de muchos.
Cuando el docente puede hacer el ejercicio de colocarse en tercera persona y convertirse en un momento en ese estudiante que ríe, juega y aprende, su práctica docente se transforma en una experiencia.
Mucho se escucha de la huella que dejan los maestros en los estudiantes, y claro que los aprendizajes son fundamentales para su desarrollo y éxito escolar, aquí sale a relucir la frase que dice:“ no solo lo que dices sino cómo lo dices”, tanto o más importante como es una clase como el contenido que se desarrolla. Hoy en día con los desafíos que se enfrentan en las nuevas generaciones aprendientes toma mayor relevancia las estrategias que sean utilizadas para mejorar la experiencia de aprender.
El juego abre espacios de aprendizajes seguros, sintoniza la intención del docente con el interés del niño.
El juego puede convertirse en el vehículo por donde circulen contenidos, desde las tablas en un juego de bingo, vocabulario en un juego de stop, habilidades de expresión oral por medio del juego de roles, la investigación en un juego de dramatizaciones. No es necesario que las estrategias sean demasiado elaboradas, sino más bien planificadas para que el objetivo sea alcanzando desde las herramientas y creatividad de los estudiantes.
La neurociencia lleva años anunciando la importancia de emocionar al cerebro para que su funcionamiento sea el óptimo. Toma relevancia el juego como estrategia de enseñanza siendo la manera natural de los niños para comunicarse, expresarse, conocer y explorar el mundo que conocen a través de la acumulación de experiencias diarias.
El docente que quiere permanecer y dejar huella en sus estudiantes debe correrse un poco y ver que es lo que sus niños y niñas requieren para aprender.
Las mejores estrategias, los apoyos y técnicas más actuales pueden perder eficacia si se pierde lo más importante la conexión que su cerebro necesita para interesarse en aprender, en explorar, en indagar, en descubrir lo que el universo, la ciencia, las letras les aguardan para enseñar.
Estimado docente lector recibe esta invitación de explorar actividades desde el juego, no caiga en la tentación de pensar que dedicar algunos minutos de su clase a jugar es perder el tiempo, sino todo lo contrario dese la oportunidad de convertirse en un docente del siglo XXI.