Retos para la enseñanza de la escritura literaria en los contextos digitales actuales.

Retos para la enseñanza de la escritura literaria en los contextos digitales actuales.

Un titular claro y enfático en su premisa: “Una persona logró escribir 97 libros con ayuda de ChatGPT y ahora está ganando dinero con sus ventas”, sin embargo, no puedo evitar pensar, como buen corrector de estilo, que hay un fallo en la expresión de la idea, pues debería leerse “ChatGPT logra escribir 97 libros y una persona les pone su nombre para ganar dinero con las ventas”.

Esto es, sin duda, un reflejo y, a la vez, señal de un futuro donde las letras, el arte y, en general, la creación cultural estará marcada por la influencia y la aplicación de estas nuevas tecnologías. Y más aún, como en el caso de nuestro prolífico escritor, estaremos ante una realidad donde ya no diferenciaremos los frutos de nuestro intelecto de los resultados lógico-matemáticos de un sistema artificial. ¿Es la máquina el creador? ¿O es el usuario la nueva máquina, productora y ya no creadora? ¿Queda acaso algún creador? “¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?”

La perspectiva es, cuando menos, nebulosa, y es muy difícil trascender la barrera de la especulación más fantasiosa y la ciencia ficción más benévola, donde la línea entre creación y creador se vuelve peligrosamente difusa. No obstante, considero que, antes de entrar en pánico o, peor aún, caer en una especie de “neo-ludismo” destructor, resulta necesario analizar esta nueva realidad como un reto no sólo para la creación literaria en sí, sino también en cómo se educará a las generaciones presentes y futuras para llevarla a cabo.

En primer lugar, señalemos lo obvio: no, los textos creados única y exclusivamente por una inteligencia artificial no son, desde mi opinión profesional, literatura. Y aunque esta premisa puede levantar más de una ceja, me permito explicarla. Si bien es cierto, es posible obtener, con los prompt y comandos adecuados, un texto más o menos coherente, el cual, en forma y contenido, se pueda considerar que cumple con los estándares de un texto literario; lo cierto es que la principal problemática de dicho texto será precisamente esa: cumplirá con una estructura estándar y desarrollará las temáticas ofrecidas, pero lo hará siguiendo un patrón preestablecido, basado, fundamentalmente, en la comparación con otros textos y en aplicar los rasgos comunes de los mismos, en una especie de producción en masa.

Así, si pido a ChatGPT escribir, por ejemplo, una novela sobre Maradona será capaz de hacerlo porque en sus datos está la estructura básica de una narración (introducción, desarrollo y conclusión), así como los patrones propios de la novela biográfica, junto con los datos de vida del ídolo del fútbol argentino. Sin embargo, el punto de la creación literaria nunca ha sido la repetición de patrones ni la exposición de información, sino la novedad con la que dichos patrones y dicha información es planteada, convirtiendo al texto en algo único, en una obra de arte. En otras palabras, la clave es la creatividad y su subsecuente capacidad de ruptura al momento de llevar a cabo el proceso comunicativo propio de la literatura.

Este es, por tanto, el primer reto al momento de enseñar a escribir literatura a los niños y jóvenes: explicarles que el proceso de creación literaria es un proceso creativo, donde el autor y su capacidad para arriesgarse y no verse atado por estándares o lineamientos es lo que marca a la literatura como arte. Así, un joven escritor se animará a crear la novela sobre Maradona, pero quizá decida hacerlo con una estructura invertida, iniciando por el final de su vida y cerrando con sus primeros años, al mismo tiempo, en vez de basarse en los logros más conocidos de la persona para narrar su historia, prefiera hacerlo contando hechos más oscuros, o centrarse en hablar sobre sus miedos y dudas como ser humano, o plantear una realidad alterna donde Maradona fue chef en vez de futbolista, o agregar un par de dragones a la historia (los dragones nunca sobran en una buena historia).

Ahora, es posible que digamos: todo eso se puede conseguir con IA, muy probablemente como lo hizo el autor de nuestro primer ejemplo. No obstante, la creatividad sigue siendo un resultado de la labor del escritor y, sobre todo, una consecuencia de su visión particular del mundo; lo cual me lleva al segundo reto en cuanto al aprendizaje de la creación literaria en la época actual: la necesidad de hacer consciente al estudiante y futuro autor que sus obras serán, lo desee o no, resultado de su experiencia particular al percibir y transmitir la realidad a través del texto. Esto ocurre porque el arte es siempre subjetivo, tanto en su recepción e interpretación como en su creación; pues la voz del escritor como ser humano, cargado de visiones, opiniones, miedos, certezas e incertidumbre, siempre estará presente en la literatura. De esta forma, nuestra novela sobre Maradona, al haber sido escrita por una IA, a pesar de haber sido estructurada con un mínimo de creatividad, carecerá de cualquier visión o postura ante los temas planteados, como el uso de drogas, la superación deportiva o la divinización de un ídolo; y no habrá prompt, comando o instrucción que genere como resultado un texto con una visión particular de la realidad narrada.

Podemos simular la construcción de una obra, incluso podremos hacerla pasar por un texto creativo (haciendo énfasis en que dicha creatividad proviene del factor humano y no de la IA), pero nunca podremos lograr, al menos con las herramientas actuales, simular la voz del autor, ni anular su papel como elemento fundamental dentro de la propia estructura de la obra de arte. En otras palabras, el reto más grande para la formación de los futuros autores es lograr, precisamente, el conocimiento de sí mismos como seres humanos, de su realidad y de sus capacidades como narradores; es el hacerles comprender cómo su experiencia y su percepción particular de la vida es el elemento preponderante en la obra de arte, no la técnica o los patrones.

Como reflexión final, considero importante recordar que, en un mundo de máquinas, no nos queda sino aferrarnos a aquello que nos hace humanos: nuestra visión única del mundo, esa que constantemente identificamos con nuestras flaquezas y nuestras fortalezas, con nuestros miedos y deseos, con todo eso que los grandes artistas supieron plasmar en sus cuadros, en su música y en su poesía. En palabras de Elbert Hubbard: “Una máquina puede hacer el trabajo de cincuenta hombres ordinarios. Ninguna máquina puede hacer el trabajo de un hombre extraordinario”.

Por Lic. Luis Alejandro Arias Ramírez.